Del 18 al 20 de marzo.
Tuve la mejor de las suertes al ser acompañada por toda mi familia hasta el aeropuerto <3 .
Luego de que Uruguay nos despidiera con lo que fue una de las tormentas más grandes de todas, volamos (más bien nos sacudimos) hasta Argentina, el primer destino de pasadita.
Una vez allí nos concentramos en encontrar una casa de cambio y algo para llenar el estómago; solo conseguimos lo segundo. Lo que significaba que íbamos a entrar a Brasil sin reales. Casual.
El vuelo desde Argentina a... bueno, ya saben, fue lo más y no solo porque esta vez no hubo turbulencias sino por el paisaje totalmente maravilloso que nos tocó presenciar. En menos de dos horas nos encontramos, adivinen en dónde ¡si! En Argentina... de nuevo. Nunca nos dimos cuenta, hasta ultimo momento que nuestro avión descendía en el puerto Iguazú del lado argentino. Bien, sin estresarnos le encontramos la solución: un micro city hasta la terminal de ómnibus y de allí nos tocaría cruzar. Subimos en una en el aeroparque y nos llevó hasta una terminal inmensa de ómnibus que se divide en dos partes, una para cada país; así que apenas nos movimos hacia el lado brasilero llegamos justo justino cuando otra micro salía expresa a cruzar la frontera, y no solo eso ¡Baratísima!
A fin de cuentas todo nos estaba saliendo bien, demasiado bien para ser sincera. El chofer simpático (pero con problemas de térmica dos por tres) nos dijo donde estaba nuestra posada y nos dejó lo que, según él, era cerca. Llegamos a destino mas temprano de lo que imaginamos y con mucho humor a pesar de saber que habíamos ingresado a Brasil únicamente con treinta reales en mano. Aventura pura, amiguitos.
Al día siguiente bien temprano (iupi) estábamos partiendo rumbo al Parque Nacional Iguazú. Como nos quisimos hacer los chetos al menos por un día (Sí, pudimos comprar reales ese mismo lunes) decidimos que lo mejor seria pagarnos un tour. Algo que nos dejara en la puerta de la posada y nos guiara una vez en el parque. La primera atracción (Existen seis: Las cataratas con su respectivo paseo en lancha, el parque de las aves, el museo de cera, el bar de hielo y el paseo en helicóptero), fue el parque de las aves (45R) que no es un zoológico ni nada de eso. Es un centro de conservación de la naturaleza y un santuario de recuperación para la vida silvestre. El parque contiene un hospital para las aves y animales donde son tratados por veterinarios y biólogos; les ofrece todas las condiciones para que los animales se puedan reproducir con el mínimo de intervención humana. Y les juro que es maravilloso. Se nota a leguas el cuidado en cada detalle y lo bien que se encuentra cada animal. Lo mejor de todo esto es que tú, como visitante, puedes estar con ellos sin una reja de por medio ya que el paseo te lo permite. Es un sendero que recorres en un poco mas de una hora y de por medio visitas los hábitats de cada especie. Al final del sendero incluso tienen un sector donde te puedes sacar fotos tocando los loros. Altamente recomendado.
Volando como las aves nos fuimos entonces rumbo a la atracción que mas ansias nos daba a ambos: las cataratas.
Muchas instrucciones (todo en portugués así que yo no entendí una) y cuando quise ver ya estábamos andando de nuevo.
Estoy segura que cualquier cosa que yo escriba acá sobre esas maravillas va a sonar repetitivo y completamente cliché, pido disculpas de ante mano.
Las cataratas es una experiencia inolvidable, de verdad. Y no solo porque en nuestro caso nos atropellaban los chinos, nos seguían los coatí y nos aplastaba la humedad insoportable, ojo. Sino por todo ese espectáculo del cual la naturaleza te deja ser partícipe. Uno no puede creer lo que sus ojos están viendo y sus oídos escuchando.
Una vez allí todo cambia. El agua corriendo con esa fuerza descomunal es capaz de llevarse de ti todo lo que tu le dejes llevarse, es un momento para aprovechar al máximo, y eso hicimos. Nos prometimos que solo sacaríamos fotos hasta determinado punto de la atracción, luego únicamente podríamos disfrutarlo todo por nuestros ojos. Por lo que no tenemos realmente demasiadas fotografías sobre ese día.
Me sentí pequeña, sí. Ingenua también. Noté que esa no era la única maravilla de la cual me estaba perdiendo en todo este tiempo y sentí una ganas irrefrenables de conocer más, de seguir sintiéndome pequeña pero en diferentes partes. Me emocioné hasta el punto de sentir ese nudo en la garganta, pero no me culpen a mi, es mi tendencia al drama.
Una parte de mi se despertó con el ruido de toda esa agua y la otra parte se volvió aun más fuerte, preparándose para lo que viene. Entendí que ese era el momento real que estábamos viviendo, y me gustó.
Nos gustó.
Último día en Iguazú.
Como buenos viajeros aprovechamos el desayuno buffete como si no hubiese un mañana y partimos. Siguiente destino: Rosario, Santa Fe.
Voy a hacer una clase de paréntesis por acá para poder contar una cosa que, si bien no fue una experiencia súper buena, es algo importante. Cuando llegamos a migraciones para poder marcar la entrada a Argentina, ambos sabíamos que nos podían preguntar a donde íbamos por lo que ensayamos la respuesta "A casa de un amigo, en Rosario" punto, no existía margen de error con eso. Pues bien, cuando paso yo, la chica no me dice nada (ni un hola, así de simpaticona) me sella y me deja ir. Pero cuando le toca a Ari, el chico que lo atiende le pregunta el destino, y no solo eso le exige una dirección concreta, de caso contrario no lo iba a dejar pasar.
A ver. ¿Como era posible esa situación? No sabíamos pero estaba ocurriendo. Lo primero que pensé no fueron cosas buenas, en realidad quería romperle la cara al a aquel delicado individuo pero ambos mantuvimos la calma en todo momento y en segundos comenzó mi actuación.
Rogando que Ariel me siguiera la corriente dije, que teníamos el lugar exacto guardado en el mapa, en el teléfono y que si nos daban un momento nos fijábamos y se lo decíamos. Así fue, actuamos buscando una casa que no conocíamos en un lugar enorme...señalamos la primer calle que vi y ¡wala! Pasaporte sellado... al fin. A lo que voy con todo esto es: sepan a donde van. Así no sea de verdad, tengan una dirección con la cual defenderse. Además de que los ayudará a no pasar un mal rato ni atrasarse en el camino.
Con Ariel teníamos la idea de tomarnos dos ómnibus distintos, uno que nos llevara hasta Corrientes y desde allí otro hasta Rosario, pero una rápida investigación en la terminal de ómnibus y un descuento abonando en efectivo nos hizo tomar la decisión de marchar derecho a Rosario en un viaje que duraría, según nos dijeron...veinte horas.
Y así, dejando atrás un poco de lluvia y mucha, mucha humedad partimos ansiosos por nuestro siguiente destino.
¡El viaje continúa!